Nace en
Pisino d'Istria (Italia, bajo la ocupación austriaca) el 3 de febrero de 1904. Debido a las turbulencias políticas de la zona y el momento, su educación no pudo realizarse de forma sistemática, basándose fundamentalmente en la audición de las obras de Mozart y Wagner.A partir de
1920 decide poner orden a su educación y asiste a las clases de armonía de Antonio Illersberg en Trieste. Ese mismo año conoce en Bolonia a Claude Debussy, que marcará un antes y un después en la música de Dallapiccola. En 1923 asiste también a las clases de composición en el Conservatorio de Florencia, teniendo como profesores a Roberto Casiraghi y Vito Frazzi. Finalizada la formación, inicia la carrera de concertista y profesor de piano (en el mismo conservatorio de Florencia), sin renunciar a su aspiración fundamental que era la composición.Fue otro encuentro -esta vez con
Alban Berg- en 1934 el que marque un nuevo camino para su desarrollo musical, al comenzar a interesarse por el dodecafonismo de la Segunda Escuela de Viena. A partir de ese momento, su fama internacional aumenta hasta consolidarse definitivamente en 1968 con el estreno de su ópera Ulises.Dallapiccola fallecía en Florencia el 19 de febrero de
1975 cuando acababa de cumplir los 71 años de edad.Sus primeras obras están relacionadas con el movimiento neo-madrigalista, que de la mano de
Ildebrando Pizzetti influyó decisivamente en la música italiana de la época. Ya en esta etapa se hacen notar determinados elementos que serán una constante en su producción, como por ejemplo el gusto por el colorido instrumental.Su segunda etapa -por llamarla así- se caracteriza por el equilibrio de elementos tonales con otros seriales en el plano técnico, y en la referencia a elementos sociales (música de protesta) en el plano creativo. Hacia
1945 el lenguaje se hace más dodecafónico, pero de una manera tan personal que lo acerca más a Alban Berg que a Arnold Schoenberg.En los años de
1950 la identificación es más cercana con el otro miembro de la Segunda Escuela de Viena: Anton Webern, al utilizar el serialismo de una forma general, perdiendo progresivamente el sentido dramático de sus obras.