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En algunos artículos he dejado entrever a los lectores que no tengo una especial debilidad por Jordi Savall, y que sus preceptos interpretativos no me parecen los más adecuados. Supongo que habrá muchos lectores de acuerdo con esta aseveración y otros muchos en frontal desacuerdo, lo cual me lleva a hacer un análisis mas pormenorizado del este mvsico.
No sé cómo funcionan las cosas en el resto del mundo, pero al menos en España, donde yo vivo, las ventas de mvsica clásica se dividen en tres grupos: los discos para todos los públicos (Adagio Karajan)¸ Jordi Savall y los demás.
El titánico esfuerzo publicitario de su anterior casa discográfica, Astree-Audivis fue contestado positivamente por el público, situando a Jordi Savall como uno de los mvsicos más “comprados” no sólo en tiendas especializadas sino también en grandes superficies. Y es que Jordi Savall gusta.
Hace tiempo, un colaborador de Savall amigo mío resumía fantásticamente la posición de Savall respecto a la mvsica antigua: “Todo lo que él hace está bien; es lo auténtico, la forma históricamente correcta. Está en posesión de la verdad absoluta”.
Centrándonos ya en
una crítica estilística un poco más seria, podemos
decir que Jordi Savall es un MVSICO, con mayúsculas,
dotado de una imaginación inacabable, capaz de coger una canción
renacentista de 16 compases y hacer de ella una inmensa obra de 10 minutos
de duración y conseguir que al oyente le parezca corta. Un único
disco de su producción, el disco dedicado a Juan del Enzina, basta
para demostrar esta afirmación. Savall trata el renacimiento como
se merece, partiendo de una base histórica común y realzándola
con todo lo que su imaginación es capaz de fabricar.
Sin embargo su estilo tiene
algunos “contras”, desde mi punto de vista; toda la mvsica de Savall “suena”
igual. Las voces, los instrumentos, las cadencias finales, todo está
revestido de ese “toque Savall” barroco, que aplica sin pudor tanto a Victoria
y Guerrero como a Cabanilles. Todo suena demasiado barroco y demasiado
instrumentalizado. Los cantantes que usa Savall son bastante buenos pero
tienen una dicción pésima, no se entiende lo que dicen. Mención
aparte requiere su esposa, Monserrat Figueras,
soprano de excelente timbre y expresión artística pero a
la que no se le entiende lo que canta. Y es que esto es un problema en
una mvsica como la mvsica antigua, que refleja más que ninguna otra
la relación mvsica-texto. Por otra parte, las obras instrumentales
(sobre todo las barrocas) son una delicia, ya que Savall ha sabido rodearse
de los mejores instrumentistas que Europa puede dar.
A pesar de todo esto, o gracias a todo esto, Savall me gusta. No termina de desagradarme, soy incapaz de resistirme a su embrujo; sé que muchas de las cosas que hace no están bien y hay otras muchas que no me gustan, pero corro raudo a la tienda de discos a ver cual es el último lanzamiento de Savall cada vez que se produce.
Este artículo, aparte de servir para aclarar mi posición y opinión personal, vale como epílogo al artículo “Los mal llamados ‘criterios historicistas’ en las grabaciones”, quedando demostrado que el gusto por la mvsica es algo meramente intuitivo y emocional y que la razón apenas si puede controlarlo.