Es cierto que hoy se respeta
mucho más la música que se hace, pero también es verdad
que es un respeto excesivo. De las críticas que leo en los periódicos
creo que no he leído ninguna que sea negativa acerca de los diferentes
estrenos de obras nuevas...
A veces echo de menos los
silbidos, los tomates, las gallinas y toda la parafernalia que se lanzaba
a un director inepto, una torpe orquesta o una obra que no había
gustado, porque demostraba que el público estaba vivo y se dejaba
arrastrar por las pasiones.
Ahora si presencias el estreno
de cualquier obra y no te gusta, como mucho no aplaudes, aunque es inevitable
sentirte cohibido ante los aplausos cálidos de los intelectuales
y demás distinguido público y ante las generalmente positivas
y a mi entender excesivamente respetuosas críticas del día
siguiente.
Sin volver a derramar la
sangre, creo que debemos volver a empaparnos de la pasión
que antes se vivía por la música en vivo.