Nacido en el seno de una familia de músicos en Catania, (Italia) el 3 de marzo de 1801, recibe las primeras lecciones de la mano de su padre, Rosario Bellini, y su abuelo, Vincenzo Tobia Bellini, que dedica especial cuidado a la educación del joven músico, hasta que, becado por el Duque de San Martino ingresa en el Conservatorio de Nápoles, donde estudia con Giovanni Furno (armonía), Giacomo Tritto (contrapunto) y Nicola Zingarelli (composición).
De carácter siempre agradable y sencillo, aunque no exento de alguna vanidad -que explica su falta de éxito en las relaciones amorosas-, y después de probar en la música instrumental profana y religiosa, se decide definitivamente por la ópera, forma en la que se ve influído melódica y rítmicamente por Rossini, y en consecuencia se establece en
Milán en 1827. Siete años después recibía una invitación desde Inglaterra para estrenar sus óperas en aquel país, desde el que viaja a París, ciudad que le verá morir en 1835. 41 años después, los restos del compositor fueron trasladados a su Catania natal. Bellini forma parte de la tendencia rossiniana de aunar texto y música, aunque en este caso busca asimismo minimizar al máximo las diferencias clásicas entre las partes cantadas y recitadas -arias y recitativos-, manteniendo, eso sí, la tensión dramática.
Convertido en uno de los compositores de ópera mejor pagados de Italia, supo mantener el éxito de su obra gracias a la búsqueda de buenos libretistas y libretos que siempre mantuvo dejándonos óperas como
Norma, o I Puritani.